Una dieta baja en yodo puede provocar trastornos en la glándula tiroides como hipotiroidismo y retrasos en el desarrollo físico y mental en edades infantiles. El pescado, el marisco y las algas contienen yodo, pero hay muchos alimentos que no.
El yodo se encuentra en el pescado, marisco, las algas y en los cultivos y animales criados cerca de la costa. El contenido en yodo de los alimentos difiere en función de la ubicación geográfica y la carencia de este mineral se da principalmente en zonas del interior.
Para prevenir el déficit de yodo, la solución: sal yodada
La yodación de la sal de mesa, cuyo uso se está generalizando, está resultando la solución más sencilla para prevenir las enfermedades causadas por su déficit.
Este mineral es esencial para el funcionamiento apropiado de la glándula tiroides. Esta es clave en todos los procesos metabólicos. Así como en la salud del sistema nervioso central.
El yodo, entre los 10 micronutrientes más importantes
Su importancia es tal que en el 2010, la Red EURRECA (“EURopean micronutrient RECommendations Aligned”, o red europea de armonización de las recomendaciones sobre micronutrientes) denominó al yodo como uno de los diez micronutrientes más importantes sobre los que resulta necesario revisar las recomendaciones nutritivas y unificar las iniciativas y los criterios normativos.
El uso de la sal yodada es obligatorio en algunos países de Europa, según el European Food Information Council, que han visto en esta solución, una forma sencilla y rápida de contribuir al tratamiento de la deficiencia de yodo en sus países.
La ingesta diaria recomendada establecida por la Unión Europea (UE) es de 150 microgramos de yodo en personas adultas. Estando la ingesta máxima recomendada en 600 microgramos diarios.
Según los datos de la UE en 2007, sólo 17 de 40 países europeos tenían en vigor programas nacionales en los que se promovía el empleo de sal yodada.
Los niños en edad escolar, los que más deben vigilar el contenido de yodo en su dieta
En 2004, la OMS calculó que el 43% de los niños europeos de edades comprendidas entre los 6 y los 12 años no ingerían suficiente yodo. Y en un estudio llevado a cabo en el Reino Unido en 2010, con niñas en edad escolar, se encontró que el 51% de las niñas evaluadas padecían deficiencia de yodo.
Habida cuenta que la deficiencia de yodo constituye un importante problema de salud pública es fundamental lograr aportes de yodo que cumplan con las recomendaciones diarias.
El grupo más sensible y que más debe vigilar el contenido de yodo en su dieta son las mujeres embarazadas, bebés lactantes y niños pequeños y en edad escolar. Sin un aporte regular podrían desarrollar problemas de bocio (agrandamiento de la glándula tiroides) e incluso llegar a padecer retraso mental, en caso de padecer un déficit severo de este mineral.
Para prevenir estos trastornos y que la población reciba una ingesta de yodo adecuada, la OMS ha propuesto distintas estrategias. Pero la más importante es la yodación universal de sal. Que implica no sólo la yodación de la sal de mesa, sino también la sal que se emplea en la industria alimentaria.